lunes, 7 de febrero de 2011

Jornada de autodetenciones

Sábado por la mañana del día 5, todos ansiosos por salir a ver blanco...
Al ir llegando a Guardo empezamos a ver ya las cumbres nevadas del Curavacas y picos aledaños.
Aparcamos en Cardaño de Arriba, que estaba repleto de coches y autocaravanas, pues se ve que todo el mundo quería ir a ver nieve. Nos empacamos los bártulos y comenzamos a subir con buen ánimo.
Poco a poco la ropa de abrigo sobraba y los pies andaban ligeros, entre caminillos de escoba fuimos subiendo hasta las lomas, pasando por puentes de madera y vadeando arrolluelos de agua clara.
Ibamos avanzando, ya con algún cúmulo de manto blanco; bastones y pies de plomo sirvieron hasta cierto punto, pero el hielo es muy traicionero y los crampones son la mejor solución. Alguno de nosotros pasaron un buen rato alabando las cualidades del invento que tan util resultaba en las condiciones en que se encontraban las laderas.
Ciertas partes se acumulaban deslizamientos de nieve muy blanda y formaban puentes de nieve peligrosos y en otras resultaba realmente penoso caminar con la nieve hasta medio femur, pero paso a paso salvamos trecho hasta las palas donde fijamos nuestro objetivo para practicar las autodetenciones.
Hacía frio debido en gran medida a estar en cara norte y que el Sol no alcanzaba a salir por encima de la cumbre del Murcia que nos tapaba.
Plantamos las mochilas en un promontorio de rocas y nos preparamos un buen tobogán, para deslizarnos mejor y empezar cuanto antes a rebozarnos como croquetas.
Primero tomamos lecciones básicas de como actuar en situaciones de peligro y aprendimos que la montaña y más en invernal, es ciertamente peligrosa, si no se tiene noción de cada uno de los peligros, que incoscientemente, podemos provocar nosotros mismos.
Seguidamente recordamos las cuatro posiciones en que se pueden generalizar las caidas o resbalones en una situación real. La primera: De cara a la montaña en posición normal, de cara al valle en posición normal, bocabajo invertido a la primera posición y por último bocarriba con la cabeza en dirección valle.
Todos lo intentamos con más o menos éxito y fue muy divertido.
Ya eran casi las 6 de la tarde y aun no habiamos comido, aunque anteriormente tomamos algún tentempié, pero el hambre nos deboraba. Comimos y decidimos bajar, discutiendo si era lícito que los rescates en montaña los tenga que pagar el propio montañero y la conveniencia de federarse.
La noche cae paulatinamente sobre los hermosos parajes que nos circundaban, descubriendo un mar estrellado sobre nuestros cascos.
Mientras bajamos, fuimos aprendiendo constelaciones y grupos de cuerpos celestes característicos que nos ayudarán en un futuro para orientarnos según la época del año.
Finalmente llegamos a Cardaño de Arriba de nuevo, cansados pero muy contentos por la experiencia y con ganas de volver otro día a repetir la aventura.

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